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09 junio, 2010

Las gemelas y yo: Parte 1



Hace muchísimo que no actualizo mi blog, por lo que compensaré ese tiempo perdido contando la gran odisea de mi vida, perdón, de mi nueva vida.

Dejé de actualizar cuando tenía 7 meses, de más está decir que las chicas ya nacieron y son preciosas (fotos de ellas más adelante). Pero comenzaré a partir de los ultimos dos meses.

A los casi ocho meses mi amiga Marce me tomó la fotito que he colgado ¡Salgo regia a pesar de la remenda panzota! Y de verdad fue muy grande, pero aun no me explico el descriterio de los médicos de no darme una licencia solo por miedo a meterse en problemas por el tema de las licencias ¿Acaso era racional andarse paseando 35 kilómetros diarios? (Les recuerdo que vivo en La Florida y yo trabajo en Pudahuel) Finalmente terminaron las clases en el colegio y yo seguí yendo hasta la 1º semana de febrero, o sea cuando ya practicamente una licencia era un pelo de la cola porque las vacaciones estaban a la vuelta de la esquina. Para dejar de ir a trabajar tuve que abusar de una alergia y picores que me dieron, simulando una colestasia, aunque igual no fue tan simulada porque el picor era terrible ( T_T ) Así me sorprendieron volando bajo y me dejaron en observación una noche en el Hospital (XD). A pesar de lo pésimo que dormí, fue una excelente experiencia porque me permitió conocer las instalaciones y la atención, bastante buena diría yo para ser un Hospital Público (San Borja Arriarán). De pàso me trasnformé en una superheroína para quienes estaban conmigo en la sala, pues yo andaba con celular (obvio, pasé de mi trabajo y nunca pensé que me iban a dejar hospitalizada) y había alcanzado a comprarme un jugo y unas galletas, las que compartí con una chica boliviana que no tenía a nadie en Santiago a quien pedir siquiera que le llevaran ropa nueva. De todas maneras igual morí de hambre esa noche, porque llegué después de la hora de once y no daban cena T.T. La mañana siguiente cortaba las huinchas por comer algo rico y me llevaron pan con mermelada y té con leche de desayuno. ¡Menos mal que me compré esos tentempies antes de llegar a urgencia!
Eduardo no estuvo muy lúcido que digamos (No me llevó nada T.T), pero no puedo negar su preocupación cuando se enteró y bueno, se redimió y me llevó al menos una tenida para dormir y papel higiénico.
Lo pasé bien allí. Conocí gente muy dulce y dispuesta a hacerte sentir mejor dentro de lo posible. Las duchas contaban con agua caliente ( :D ) y comprendí que era infinitamente mejor estar en un dormitorio compartido porque la interacción es ultranecesaria para compartir experiencias y aliviar los dolores. Son una especie de "apoyo incondicional". De esas mujeres, uqe lamentablemente no recuerdo sus nombres, aprendí lo que es absolutamente necesario tener cuando vas a dar a luz, porque a pesar de que los médicos te instruyen antes de ingresar, igual hay cosas que, como mujer, necesitas tener a mano y que les contaré en la segunda parte de esta historia.
Cuando me dieron el alta a la mañana siguiente el doctor se sorprendió de que yo no estuviera con licencia y me regaló una gustoso de la vida, así que allí se acabó mi éxodo diario al trabajo.
¿Cómo era ese éxodo? Todos los días luchaba contra las terribles náuseas matutinas, que me duraron muchísimo y fueron bastante fuertes (y yo no estoy acostumbrada a ese estado porque tengo salud de fierro) Eduardo, mi héroe, se levantaba más temprano de lo habitual para ir a dejarme en auto hasta mi pega y así yo poder dormir una hora más. ¡Para qué les cuento el gasto enorme por usar la autopista vespucio sur y parte de la norte! (mensual 50 mil en tag + 50 mil en bencina aprox. solo en eso) Pero valió la pena trabajar diciembre porque el chocoso fue excelente (1 millón en la cuenta no es malo :D)
La gente del colegio me hizo un babyshower y adquirií muchisima ropa preciosa, y prendas que ni sabía que existían (apenas sabía que existía el pilucho) así que les agradezco profundamente que nos hayan obsequiado con su compromiso con una colega que no siempre fue la mejor profesional, sobre todo desde que comenzó el embarazo(Del que no supe hasta que tuve 3 meses y yo que no sabía porqué estaba tan cansada...)
Mi guatita después de la foto, siguió creciendo y ya verán cuánto. Intenté seguir haciendo muchas actividades durante el día, aparte de dormir muchísimo porque de noche despertaba a cada rato (menos mal que era verano). Me mantuve caminando mucho, ordenando mis documentos de la U y botando muchos también. Pero hubo un momento en el que no pude seguir haciendo las labores hogareñas tal como me hubiera gustado. Un mes antes del parto llegó mi suegra quien me ayudó muchisimo con los quehaceres y con compañía, cosa que se le agradecerá hasta el fin de mi vida, pues incluso en algún momento era tan grande mi guatita y tantas las molestias que ella tuvo que ayudarme a lavarme los pies y cortarme las uñitas. A veces exageraba un poco, y no me dejaba hacer nada, pero comprendo perfectamente hasta donde ella estaba preocupada... De la misma manera le agradezco mucho a mi mami que me acompañó a tantos controles abandonando su pega, y a mi tía Jacky que me prestó su casa y me obsequió con su hospitalidad, sensibilidad, compañía y cariño. (Mi primita chica es un amor de bebé!)
Compramos un mueble precioso para colocar la ropita de las niñas y ese día mis piernas quedaron aún peor de lo que estaban. Eran un chiste... nunca las vi tan hinchadas en mi vida, pero de cierta forma estaba orgullosa de poder soportar tan bien este increíble embarazo, porque las chiquillas, todos los días a las once de la noche me recordaban que allí estaban, dándome pataditas y moviéndose.
Mi fic por esos días avanzaba bastante, porque tenía tiempo para escribir, pero pronto llegaron las 36 semanas de embarazo y mi obstetra preferido, el DR Canela, me regaló una orden de ecografía para que mi suegra pudiera ver a las chicas. Desde ese momento todo cambió. Mi parto, para el que estaba preparada como uno normal, cambióa cesárea programada porque una bebé se me atravesó, y eso podía ser peligroso. Cambiar el switch en una semana, después de haberme preparado casi 6 meses me costó trabajo. Yo quería llegar hasta lo que era natural, pero la opinión del médico es ley, porque cualquiera de las tres podría llegar a correr riesgos. La maleta estaba lista, pero tuve que darle unos detalles finales. Así la cesárea se programó para el 17 de febrero, un día después de nuestro 3º aniversario de matrimonio... y esta parte de la historia es para el siguiente capítulo "Las gemelas y yo, parte 2 (El parto)".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Oye oye oye

y la segunda parte?
para cuando?

Muy bueno el relato, muy bien contado